viernes, 28 de octubre de 2011

Capítulo O4 - Trato hecho.

En los vestidores, todos se pusieron su ropa deportiva y tomaron sus reproductores y auriculares. La entrenadora prefería que entrenaran con música así se concentraban y no hablaban entre ellos.

Pero Garret no tenía uno, además de que su teléfono no lo tenía por una cuestión de rebeldía hacia sus padres, y Jo había olvidado el suyo y su celular estaba apagado debido a que no lo había cargado por culpa de Lungard.

James molestaba a Fitz, quería saber quien era la chica a la que tanto buscaba con la mirada, no podía encontrarla entre tantos estudiantes debido a que los últimos tres cursos de la secundaria entrenaban juntos, ya que en esos años las carreras eran opcionales. Johanna también lo buscaba a él, a pesar de que sabía que no se acercaría a hablar aunque quisiera, le daba mucha vergüenza.

Él al fin la vio, cuando todos se formaron para comenzar el entrenamiento. El viento azotaba su cabello de forma casi poética bajo el cielo nublado, Fitz quedaba atónito ante esta situación, pero luego de unos segundos sacudió su cabeza y miró al frente mientras Thyne buscaba con la mirada a lo que su amigo había estado observando.

El silbato sonó, haciendo que todos comenzaran a correr, al mejor ritmo posible, James y Garret encabezaban a todos. Aunque no se hablaban, los dos estaban concentrados. Demasiado concentrados.

Iuth iba detrás de ellos, tenía su inhalador en su mano, en caso de cualquier accidente. Corría, acelerando cada vez más, sintiéndose completamente viva hasta llegar al punto de sonreír, ella casi nunca sonreía y menos de esa forma. De esa forma tan libre y sincera. Comenzó a pasar a los dos chicos, nuevamente él la miró sorprendido, pero no la empujó, dejó que lo pasara para poder tener una "mejor vista" de ella. Tenía que aceptarlo, no tenía mal cuerpo, pero era una niña tonta. O al menos se quería convencer de eso.

-¿Viste a esa?-exclamó su mejor amigo señalando a la joven. Él lo miró.-
-¿Qué tiene?-preguntó haciéndose el distraído.-
-Es rápida.-rió.-
-Ah... sí.-contestó desinteresado en lo que su amigo le decía.-

Al terminar la carrera todos estiraron y se sentaron a tomar algo en medio del campo de entrenamiento, ella se había sentado apoyada contra una columna mientras tomaba agua y conversaba con alumnos de el penúltimo año, los cuales siempre eran amables con ella, pero no llegaban a ser llamados amigos. Ella era muy reservada.

Él estaba junto a los de su curso, los cuales eran sólo dos, tomando cerveza, la cual habían llevado ilegalmente al instituto. Estaba situado justo enfrente de la chica, decidiéndose en ir a hablarle y al parecer James al fin había descubierto a quien miraba.

-Es ella ¿verdad?-preguntó burlón cuando el otro estudiante se marchó.-
-¿Quién?-dijo reaccionando atónito.-
-¡La chica a la que buscabas esta mañana!-exclamó.-Es la que nos pasó en el entrenamiento ¿no?-dijo con una sonrisa pícara.-
-¡Cállate!-exclamó un poco molesto y golpeó el hombro de su compañero.-La necesito.
-¿La necesitas? Guau, eso es un poco obsesivo Garr.-rió burlón.-
-La necesito para que se haga pasar por mi novia, así mi padre estará orgulloso de mi por al menos una vez en la vida.-explicó apesadumbrado.-
-Ahora tiene más sentido, tiene ese aura de niña buena... pero ¿no tiene como trece años?-preguntó sorprendido.-
-Tiene quince.-corrigió.-
-Entonces... ve a hablarle.-sugirió.-
-Eso iba a hacer.-contestó como si fuera obvio lo que su amigo le aconsejaba.-

Los alumnos que hablaban con ella se fueron, dejándola completamente sola. Vio como él se acercaba, haciendo que su corazón se acelerara demasiado, tomó disimuladamente el inhalador y aspiró unas cuantas veces, intentando no lucir nerviosa.

Él también estaba un poco nervioso, no sabía como reaccionaría la chica, y menos si aceptaría. Nadie cuerdo lo haría, y ella parecía ser muy normal a los ojos de él. Muy normalmente tímida y frágil. Esbozó una sonrisa y pudo ver como la joven se ruborizaba un poco.

-Hola.-saludó Garret sentándose frente a ella.-
-Hola.-contestó con una casi transparente sonrisa y asintiendo.-
-Necesito tu ayuda.-soltaron los dos al unísono luego de unos segundos de completo silencio.-
-¿Sí?-preguntó Fitz inmediatamente.-Tú primero.-ordenó sorprendido.-
-Sé que probablemente no aceptarás pero... ¿te podrías hacer pasar por mi "novio"?-dijo haciendo las comillas con sus manos.-Por favor, es solo por esta semana.-suplicó desesperada.-
-¿En serio me lo pides?-cuestionó estupefacto el chico.-
-Oh, sabía que no aceptarías.-prosiguió frustrada y un poco avergonzada.-
-No, no es eso.-la interrumpió.-Es que yo te iba a pedir exactamente lo mismo.
-¿Ah?-exclamó confusa, tan confusa que en su rostro se había formado una expresión bastante graciosa.-
-Necesito que te hagas pasar por mi novia porque quiero que mi padre esté orgulloso de mi por al menos una vez.-explicó de forma más calmada.-
-¿Por qué va a estar orgulloso de ti por tener una novia como yo?-preguntó extrañada y soltando una risa nerviosa.-
-Porque eres distinta a todas con las que salgo. Eres inocente y tímida y, disculpa por la observación, no tan... sexy.-Jo sintió como si la hubiesen abofeteado con una palma de acero.-
-Bueno, mis padres no estarán orgullosos de que salga con un... vago ladrón con moretones en la cara.-exclamó en un ataque de furia, ¿quién se creía? ¿El hombre más lindo y sexy del planeta?-
-Ya dejaremos esos detalles para después.-la calló seco, como si no le importara lo que le decía.-¿Trato hecho o no?
-Trato hecho.-contestó finalmente, pero con un toque de resignación.-
-Genial, tendrás que conocer a mis padres algún día.-anunció con una falsa felicidad.-Querrás suicidarte luego de eso, probablemente.-prosiguió serio.-
-Y tú a mis padres.-puso énfasis en la frase.-No te preocupes, apuesto a que los míos son peores.-lo "tranquilizó".-Tendrás que usar traje y maquillarte ese moretón.-dijo firme. Se sorprendió a ella misma, nunca era tan desenvuelta con un chico.-
-Bien.-sonrió arrogante el chico. Estaba seguro que la chica exageraba, aunque en realidad no lo hacía.-

-

Ya estaba anocheciendo, él esperaba en la parada del autobús, aún sabiendo que el que debía tomar tardaría una hora en llegar debido a que lo había perdido por culpa de Jo, o mas bien a él le gustaba culparla.

Ella estaba sentada a su lado, silenciosa. Debían conocerse un poco más así no se equivocaban cuando la gente preguntara.

-Entonces estamos saliendo hace dos semanas, nos conocimos a través de entrenamiento y tienes al mejor novio del universo.-sonrió orgulloso Garret explicando. Jo arqueó la ceja aunque tímidamente se levantó de su asiento.-
-Yo... debo irme, ya está oscureciendo.-tartamudeó.-Nos... vemos.-lo saludó casi en un susurro.-

No podía hacerlo, eso era lo que Iuth estaba pensando. No sabía como comportarse con un chico y menos como una pareja, era bastante aniñada en ese sentido.

Fitz sonreía satisfecho, una carga menos en su vida. Lo difícil sería como mantener su "relación" en secreto, ya que hacía unos cuantos meses que se encontraba con una chica de diecinueve años luego de detención, aunque no todos los días. Era algo sin compromisos, ninguno de los dos querían algo serio.

Desgraciadamente, ahora él y ella estaban atados al otro para mejorar sus vidas. Y, desgraciadamente, tendrían algo seriamente falso.

El autobús de Garret pasó luego de una hora, como predijo el chico. Mientras viajaba en el transporte, sentado en el asiento del fondo, a pesar de que todo estaba vacío. Se sentía extraño, sabía que en algún punto todo se arruinaría, los descubrirían y su padre probablemente lo asesinaría. Literalmente. Pero a él le gustaba arriesgarse, además de que quería conocer a la chica escondida debajo de esos cinco kilogramos de timidez. Era una curiosidad abrumadora la que sentía y no se podía sacar de encima. Todo por ese estúpido accidente, pensaba para luego reír. Quien habría imaginado que él le hablaría a una pequeña tonta.

Lucinda, el gato de Jo.
Johanna llegó a su casa y dejó su bolso en su cama, tomó a su gata, Lucinda, y comenzó a acariciarla mientras pensaba con el ceño fruncido. No sabía lo que pasaría, pero sabía que lo que haría le traería consecuencias. O peor, ¿que pasaba si debía besarlo alguna vez? Ella siempre había soñado de tener su primer beso con alguien que realmente le gustara, y él no le gustaba ni un poco. Comenzó a desesperarse, tanto que no se había percatado de que le estaba clavando sus uñas al pobre animal, el cual soltó un quejido y la rasguñó, dejándole una herida en la muñeca.

-¡Lucinda!-exclamó adolorida.-

Se levantó, soltando a su mascota, y limpió su herida.

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